Que un músico con un buen instrumento, que estando bien templado suene suavemente, es de alabar, pero no de maravillar; mas que una vihuela desempegada y destemplada, y mal acordada haga melodía, no puede ser sin gran maravilla oído.
“Versa est in luctum cithara mea et organum meun in vocem fletium: "El dulce sonido de mi vigüela se ha convertido en doloroso llanto, y las acordadas voces de mi órgano se han mudado en lamentos y gemidos"; porque todas las prerrogativas, gracias y excelencias que aquella salutación contiene, hoy se han convertido para mí en penas, lágrimas y aflicción...”