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Esteban de Nágera, Cancionero general de obras nuevas nunca hasta aora impressas.

1554

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Esteban de Nágera, Cancionero general de obras nuevas nunca hasta aora impressas. 1554 16cent/2/mid Zaragoza Zaragoza
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19 Poems by Narváez, Numbers 51-69 of the Cancionero published in Zaragoza by Esteban de Nágera in 1554


Document type Subject Siglum Archive name Call no.
literary print Literature Vihuelas
Original text

LI -- DE LUYS DE NARVAEZ.

Es natural del amor
En lo amado transformarse
Y con ello assi animarse
Que el más alto primor
Que de amor puede contarse,
Y esto, Dios, en vos se muestra;
Que amastes el hombre tanto,
Tanto que nos pone espanto
Que la divinidad vuestra
Se cubriesse de tal manto
Como aquesta carne nuestra.

También vos, Dios ineffable,
Os venis a enamorar.
¡Y que vengays tanta a amar
Que por amor entrañable
Vuestra vida quereys dar!
Y no veys, señor, en quien
Vuestro amor assi pones,
Y en quan baxo lugar es.
Si dezis ques por desden,
¿Para qué sufrir despues
Que por ello muerte os den?

Y ¿porqué sufris tal cosa
Que os maten como a ladron,
Muriendo por redempción,
Ques cosa may vergonçosa?
Sino oyd este pregón:
Manda morir la justicia
A este hombre matador,
Que mató de puro amor
El pecado y la malicia
Quien se haze asi deudor,
Que pague, ¿no es injusticia?

Gran secreto divinal,
Aunque en "Vos bien se entendió,
Que al angel porque pecó
Le distes pena . . .
Y vuestra gloria perdio.
Y al hombre, señor, que os niega,
Ques nonada y tan pequeño,
Mostraysos tan halagueño
Que vos soys el que le ruega
Que aparte de si el desdeño,
Que ¿porqué a vos no se allega?

Deziale que vaya a vos
Pues que vos ya vaya a él
Y holgays tanto con él
Quél en vos se haze dios
Y os hazeys vos hombre en él
Y mostraysle tanto amor
Quél, que ve ques regalado
Es mil vezes mal criado,
Mas soys tan manso señor
Que con quanto os ha enojado
No le mostrays desamor.

Si algun mal le veys sentir,
Sentis tanto su pesar
Que solo velle enfermar
Os haria a vos morir,
Si esto huviesse en vos lugar;
Porque vuestro amor es tal
Con el hombre y tan estraño
Que ofendiendos por su daño,
Por razón muy natural
Fuera en vos dolor tamaño
Que os truxera a ser mortal.

E assi por esta razón
Al que muere mortalmente
Condenays muy justamente
A infinita perdición
.
Pues peca infinitamente.
Soys recto en lo que juzgays,
Mas ¿para qué quiero yo,
Viendo que hurtando estó,
Acordaros que prendays,
Aunque ya bien cierto só
Como luego los soltays?

Y es vuestra prision tan buena,
Que si en ella se presentan
Loa que os ofenden y afrentan,
Daysles tan liviana pena
que muy pocos escarmientan.
Y pues quereys amicicia
Con el hombre y no discordia,
Yo quiero, señor, concordia,
Pues pleyteo de malicia,
Y en vuestra misericordia
Dezo toda mi justicia.

Es tan liberal el sol
Que nunca cesa de darse,
Y tanto quiere emplearse
Que hasta el chico caracol
Busca para combidarse
¡Que jobleza y condición1
Que, aunque vee en los ciegos muerta
La vista y que no está abierta,
busca de gran compassion
Si puede entrar por la puerta
Por quicial o por rincón.

Vos, señor, soys este tal.
Que de daros no cessays;
Y aunque veys que os engañays,
Dando bien por nuestro mal
Con el bien siempre rogays.
Si veys la puerta cerrada.
No por esso luego os ys
Antes, llamando, dezis:
Abrí. esposa muy amada,
Pues vos a mí no venis
Que os tengo muy desseada.

Y, si al fin soys desechado
Como apartandos vays dél,
Andando bolveys a él
Para ver si soys llamado
De aquel coraçón cruel.
Inmensa bondad divina
Que aun estando assi con saña
Usays luego de otra maña,
Que reñis a la contina
Por manera tan estraña,
Ques provecho y medicina.

Reñis, embiando al hombre
Estimulos de consciencia,
Dayale(s} trabajos, dolencia,
Tocaysele en la fama y nombre
Y en lo mas, ques la paciencia.
Como padre soys, señor,
Que llagado el hijo tiene
Y a dalle cauterio viene,
Llorando de puro amor,
Porque al hijo assi conviene
Para velle sin dolor.

Un mesmo amor es aquel
Con que al hombre castigays,
Y despues le [h]alagays,
Mas estando enfermo él
Amarga lo que le days.
Tiene el gusto muy dañado
De dolencias muy contrarias
Y en la calidad muy varias,
Mas vos, medico aprovado,
Daysle cosas necessarias
Con que torne a buen estado.

Curaysnos de nuestro mal,
Ques gran niebla de ignorancia,
Criays fe, nueva esperança,
Criayas amor essencial,
Criays prudencia y templança.
De nuevo criays sospiros,
Nuevo bien, nuevos intentos
Y de vos unos contentos
Un no quererse serviros,
Un huyr e pensamientos
Que para en desserviros.

Peca el hombre, y en pecando
Gran clemencia es perdonar
Mas aquesto es despantar
Que le andays, señor, quitando
Los estorvos de pecar.
Clementissimo señor,
Sumo bien, sacra deidad,
Olvidáos de mi maldad.
Que gran dios soys vos de amor,
Ante cuya magestad
Loa ángeles han temor.

Fin

Veos en la cruz, mi dios,
Buelta la cabeza a un lado,
Llamando que vaya A vos
Con señas de enamorado.
Soys amor y assi os amasteys
Palabra de amor teneys,
Y en amor os entendeys
Y de amor tanto os preciasteys
duleys Que ya por amor nber1
Que en muerte de amoror parasteys.

LII -- DEL MISMO [NARVAEZ] A UNA DAMA.

¿Por do empeçaré que acierte
A deziros mi passion?
Pues que sobra la razon
Para quexarme.
Qu no acabays de matarme,
Porque assí mas muerte days
Que la pena acrecentays
Cada dia;
Y mas cresce mi porfia
En amaros y serviros
Sin que aproveche deziros
Como muero.
Tampoco sé lo que quiero;
Que yo mismo me heri
Aquel dia que os meti
En mi memoria.
Fue principio de mi gloria,
Fue principio de mi pena.
De una pena de bien llena,
Con morir.
Alli començe a vivir,
Alli començe a penar,
Alli supe ques amor
Y querer.
Alli començe de ver
Vuestra gloria gloria, que no via,
Y el dolor que passaria
Por ganlla.
Antes quisiera miralla,
Porque el tiempo que no os
No me acuerdo si yo f'ui
Ni si fue.
Y, pues conosceys mi fe,
Aliviad el mi penar,
Porque en él pueda passar
Adelante.
No mateys el vuestro amante
Con sostenelle ni tal vida,
Pues que clara y conoscida
En ml querella.
Y por ser vos causa della
Ninguna razon os tengo,
Pues la gloria que sostengo
No tuviera.
Mas dezí: de mi ¿que fuera,
Si quando os vi, no penara?
Que aqueste bien no alcançara
De mi pena.
Que la tengo por tan buena
que vivo con gran temor
Que ha de venir el dolor
A dexarme.
Y de vos vendre á quezarme
Que de vuestro mal gozava,
Y porque gloria me dava
Lo tirastes,
Y es claro que lo llevastes,
Porque de vos ya no tengo
Si el desseo que sostengo
De serviros.
No oso merced pediros,
Porque quien el mal no da,
Dezidme, ¿como dara
Algun bien?
Vos soys aquella por quien
Mis males por bien recibo,
Y con ellos siempre vivo
En contienda.
Mi gesto no ay quien lo entienda,
Ni tampoco las señales
Que a él salen de mis males
De aca dentro.
Salen den medio mi centro
Celos de mi grande amor,
Y múdase la color
En mi gesto.
Riñome luego por esto,
Porque tal traycion pense,
Y pienso oire no sé qué
Que me mata.
Que me mata y me maltrata,
Porquen todo yo mengaño,
Y es todo para mi daño
De contino.
De contino destino
Y pienso mil desvarios,
Que á la verdad por ser mios
Yo los callo.

Fin.

LIII -- COPLAS DE NARVAEZ
á una señora que se llamava Ana de Prado

Caminando en la espessura
Del bosque de mis amores,
Vi un prado de hermosura
De muy estraña verdura,
De livios, rosas y flores;
Y todo estava cercado
Aqueste hermoso prado
De muy espessa arboleda,
Porque en él ninguno pueda
Entrar sin quedar prendado.

Y assi fue que como entré
Me vi luego en gran contienda,
Porque la guarda topé,
Quen medio el prado hallé,
Y demandóme la prenda
Yo quisiera defenderme
Con temor de no perderme
Como despues me perdido,
Mas dime luego á partido
Sin que pudiesse valerme.

Dile el alma y coraçon
En prendas de mi derecho,
Mu ¡o dichosa prision!
Pues por ser tal la ocasion
Todo mi mal bien se ha hecho.
Y rogué que me metiesse
Donde á mi plazer yo viesse
El anade de aquel prado,
Que mi anima ha llevado,
Sin que el cuerpo lo sintiesse.

Y metiome donde oy
Diez mil aves que cantavan
Con gran dulçor entre si,
Y entre medias dellas vi
Un anade que adoravan,
Porques de tanto valor
La que me da disfavor,
Oue aun en las aves se adora
El nombre desta señora:
Todo para mi dolor,

Desque vi tan celebrado
Entre las aves su nombre,
Quisiera mudar de estado
Y en ave ser transformado
Y dexarme de ser hombre.
Que hiziera de bolar
Y á mi señora buscar
Y otro bien mas soberano
Quen llamandome á la mano
A sus pies me fuera á echar.

Es lo verde deste prado
Que sirvan sin esperança
Y el rosal dél, colorado,
Tristeza, pena, y cuydado,
Porque ninguno le alcança.
Y aquel amargo array(h)an
En el agro que me dan,
Quando estoy sin alegria,
Mis cuydados, que á porfia
Unos vienen y otros van.

Fin.

LIV -- A LA MISMA SEÑORA.

Ana, Ana, más que humana,
Ana de virtudes llena,
Vuestra ausencia me da pena,
Que me mata.
Que me mata y me maltrata,
Y mil sentidos me dexan,
Y á todo el mundo se quexan
Que os dexé.
Los ojos con que os miré
Ciérrense y no quieran ver
Cosa que les dé plazer
y alegria.
Los oydos con que oya
Vuestra habla tan suave,
Sintiendo mi mal tan grave,
Ensordecen.
E mis uydados mas crecen,
Pensando en en triste día
Fin de toda mi alegría,
Que partí,
E conciertanse entre si
De darme presto la muerte,
Pues mi mal es muy mas fuerte
Sin os ver.
La lengua, que suele ser
Gran alivio del doliente,
Calla de mí lo que siente
De mi mal.
Ques tan grande y desigual
Que para no ser quexando
Vale mas queseté encerrado
En mi pecho.
Mas mis lágrimas lo han hecho
Una fuente de llorar,
En la qual podéis mirar
Como dentro.
Como dentro de ml centro
En mi alma estays metida,
Al natural esculpida
Y sacada.
Alli estareys señalada
Quanto yo tuviere ser,
Sin que nadie os pueda ver
Sino yo.
Allí veréis como estó
Delante vuestra figura
Notando vuestra hermosura
Excelente.
Allí vereys lo presente,
Lo passado y porvenir
De mi penado vivir
Y no acabado.
Allí vereys mi cuidado
Que tengo de vuestro amor,
Pues por ausencia mayor
No avra olvido.
Mas a vuestra merced pido,
Siquiera por cortesia,
Se acuerde una vez al dia
De mi pena.
Que la tengo por tan buena
Que menos mal es suffrilla,
Sufrilla, que no encubrilla
Y tenerla.

LV — ESTA COPLA HIZO NARBAEZ
A una cifra, donde está a el nombre de una dama

Aquesta cifra es la letra
De quien dicen por mi daño,
La letra con sangre entra,
Pues el anima penetra
Su grave dolor estraño.
Mas tiene otro bien en si:
Que es el nombre de mi gloria,
Que en la cifra está notoria.
Las letras están alli,
Su imagen en mi memoria.

LVI
CANCION DEL MISMO.

Mis ojos, quando os miraron,
Tanta gloria recibieron,
Que del gran placer lloraron
Todo el tiempo que no os vieron.

Copla.

Como en veros me perdi
A vos me voy á buscar,
Mas ¿quien se podra hallar
Quien por vos se pierda á si?
E pies de mi perdicion
Mil ojos la causa fueron,
Lloren, lloren con razon
Todo el tiempo que no os vieron.

LVII — OTRA CANCION.

Batalla mi corazón
Con mis ojos por quereros
Y á porfia quieren veros,
De embidia de la passion
Que tienen por conosceros.

Copla

Y desta contienda tal
Hazen juez a la prudencia,
Y pronuncia por sentencia:
Gozen los ojos del mal,
Pues causaron la dolencia.
Mi coraçon contra esto
Alega de su razon
Que, pues vieron vuestro gesto
Y tanta gloria es aquesto,
Que no gozen de passion.

LVIII — ESTAS COPLAS HIZO NARBAEZ
En nombre de un gentilhombre que vivía con el duque de Medina Sidonia porque le había dado trigo para él cada año y no le dava cebada para un cavallo que tenia.

No sé por donde empeçar
Para contar mi passion,
Pues que me voy á quexar
A quien la ha de remediar
Y á quien fue della ocasion.
E pues la contienda es tal
Que juez a menester,
Vuestra Excelencia ha de ser:
Que en pleyto tan principal
Gran juez se ha de poner.

Es el caso, muy donoso,
Que se quexa mi cavallo
Y hase hecho malicioso,
Pues con ser muy belicoso
No ay quien pueda mencallo.
Quéxase con gran dolor
Que, á gran tuerto y sin derecho,
El otro dia de hecho
Distes trigo á señor,
Sin mirar bien su derecho.

Digole muy á la clara
Quesfuerce y esté constante,
Y él daquesto tal se para
Ques manzilla ver su cara
Y de hambre su semblante.
Tan bravo está contra mi,
Y aun de vos se quexa assi
Que dize desta manera:
«Barrameda, Barrameda,
Por mi mal te conoscí»

Dize que por qué razón
Le quitado la cevada,,
Pues que ya sé su passion,
Y que viene el toroçon
A menudo á su posada.
Digole por dar consuelo
Que mire questá holgando
Sin andar lodos pisando,
El alça cara al cielo,
Entre dientes renegando.

E aunquesto es de maligno,
Para dar consejo es sano,
Y en andar tien[e] tal tino
Que me lleva en el camino
Como ciego de la mano.
Mas no sé como hartallo,
Segun come este enemigo
Ni Dios quiera que yo digo:
Deys cevada a mi cavallo,
Pues á mf me distes trigo.

E pues ve Vuestra Excelencia
El debate de entre nos,
De su motu y propia sciencia
Use de magnificencia,
Dando un medio entre los dos,
E si en este menester
No a lugar la conveniencia
A lo menos por consciencia,
Mande lo que ha de comer
Que lo coma con paciencia.

LIX — OTRA COPLA
al mismo caso, porque se tardava el Duque en mandalle dar la cevada.

Mote.
No, no. Si, si.
Glosa
El no, no. El si por si.
No sé qual dellos mescoja,
Porque no no es para mí.
Mi cavallo dize ansi
Que cebada se le antoja.
Assi, Excelente Señor,
Pues el bien está en ventura
Hazéme tan gran favor
Queste cáliz de dolor
Lo beva sin amargura.
Fin.

LX — NARBAEZ AL EMPERADOR,

Sacra Real Magestad,
La vieja que echó el cornado
Tuvo tal fe y caridad
Que mas dio en la voluntad
Que quien mas oro avia dado.
Otro tanto en mí se muestra:
Aunques poco lo que ofrezco,
Por la voluntad merezco,
Ques tan grande por ser vuestra,
Que casi mensobervezco.

LXI — DEL MISMO.
Dichosas coplas que vays
A manos de mi señora,
Dezilde qual me dexays
Y el gran plazer que llevys
Y la pena quen mí mora.
E deszilde por mi amor
Que pues su merced ordena
Que padezca tal dolor,
Que me ayude con favor
Para sufrir tanta pena.

E quando con ella esteys,
En secreto y apartado,
Muy quedito le direys:
Señora, que assi gozeys,
¿Narbaez está olvidado?
¡O coplas, quien estuviesse
Alli escondido a un rincon,
Sin que su merced me viesse,
Por ver qué señal hiziesse
Al toque deste eslavon!
Fin.

Mas ya que no puede ser
Qoe yo goze desta gloria,
Un bien me podeys hazer
Que, quando os venga a leer,
Os quedeys en mi memoria.
Mas mirá bien que veáys
Quando piensa esta hermosa,
Y si veys que allí no andáis,
A bien ni mal coinsintays
Que se acuerde de otra cosa.

LXII — DEL MISMO,
Partiéndose de la dama quien servía

Mi anima se partio
Con vos, porque soys su gloria,
Y todo se lo llevó,
Que otra cosa no quedó
Sino la buena memoria.
La voluntad fue tan prest
Que ya con vos la tendreys;
Mas parezca, pues es vuestra,
Como claramente muestra
La honrra que le hazeys.

E mi alto entendimiento,
Aunque sin él estoy falto,
Tuvo buen conosc:imiento,
Pues de tan bazo aposento
Al vuestro subio tan alto.
Y quedando deste arte
Sin voluntad ni razon,
Como la memoria es parte,
Finge que de vos se parte
Por darme mayor passion.

Mas yo que veo apartar
Tan gran bien de mi memoria,
Comienços luego a llamar,
Que no me puedo hallar
Sin gozar de aquesta gloria.
Lueco mi memoria viene
Riendo, que me burló,
Y muy gran plazer que tiene,
Porque de vos se sostiene,
Que otro bien no me quedó.

E pues que con vos se va
Mi anima, por ser mia
No se haga como aca,
Mas tratalda bien alla,
Pues dexó mi compania.
E si tiene de mí quexa,
Por el mal que aca passó,
Baste que de mi se alexa
Y otro plazer no me dexa
Sino porque me dexó.
Fin

O dolorosa partida,
Pues con vos a mi alma parte
Y el cuerpo toma mas vida
En la pena mas crecida.
Porque en este mal que tengo
Ay un bien con que yo bivo:
Que, qando á la pena vengo,
En la gloria me sostengo
Que de ser vuestro recibo.

LXIlI — OTRAS DEL MISMO,

Pues la gloria de mi pena
Es morir sin beneficio,
Bien sera que quien lo ordena
Sepa como me condena,
Pues que toca a su servicio.
Y digo quen aquel dia
Que os vide, señora mia,
Tan ciego quedé de os ver,
Que no pude conoscer
Que veros no merescia.

Y este mal conoscimiento
Hane puesto en tanto estremo
Que la pena y el tormento,
Visto que por vos lo siento,
Es lo menos que yo temo.
Ni menos temo morir
Por no poder ya sufrir
Tan aspero y duro mal,
Que con él la vida es tal
Que ante es muerte que vivir.

Yra por vos a parar
Mi alma al profundo centro
A su pena començar,
Mas ¿como podra penar,
Señora, si vas tu dentro?
Y que cierto está que vas
En mi anima y estás,
Pues puedo sufrir mi pena
Y el bien quen ella se ordena,
Pues aquesto es mucho mas.

Mas dezí, señora mia,
Si haveys dir en mi querer
Al infierno en compañía,
¿ En donde os escondería,
Que alla no os pudiessen ver?
Mas, ¡qué gracia tan donosa
Seria ver una tal cosa,
Que á la hora los dañados
Tuviessen de amor cuydados,
Viendo cosa tan hermosa!
Fin.

Crescería su tormento
Viendose con mi dolor,
Que tal es y tal lo siento
Que me falta ya aposento
Donde quepa tato amor.
Pues ¿qué pensays vos señora,
Que haria yo aquel hora,
Viendos a tantos amar,
Sino de amor renegar
Que hasta en iunfierno mora?

LXIV — OTRA SOLA.

De loco me finjo cuerdo
Y en lo cuerdo no me hallo,
Porque hallo que mas pierdo
Y, visto mi mal, acuerdo
Que soy cuerdo en conservallo.
Ved, señora, en lo que toco:
Quen ver que por vos me pierdo,
De mi mal aun gozo poco,
Com temor de verme cuerdo,
De plazer de verne loco.
Fin.

LXV — CANCION DE UN CAVALLERO.

Tanto la vida me enoja
En no ser de vos cativo,
Que, por Dios, ya ae me antoja
Que a dos mil años que vivo.

Pero, si dezis de si,
Que holgays de mi servir,
Parece que ayer naçi
Y que oy tengo de morir.
Pero, si bolveys la hoja
En hazerme desto esquivo,
Por Dios, que ya se me antoja
Que a dos mil años que vivo.

LXVI — OTRA CANCION.

No es muy grande la vitoria
Que por vos de mí se alcanzça
Pues, matando ellesperança
No matastes la memoria.

Que si mi memoria fuera
De bien, yo fuera mortal;
Mas, pues es de mucho mal,
Algun bien teme siquiera.
Y esta sera la victoria
Que de vos por mí se alcança
Sino(s) de vos la esperança
Sera de vos la memoria.
Fin.

LXVIl — DE NARVAEZ,
Partiendose la dama a quien servia

Pues se parte mi señora
A las tierras do nacio,
La vida que hare yo
Sera esta:
Llorar, pues tan caro cuesta
Para mi esta partida,
Ques remate de mi vida
Y mi gloria.
Mas á vos pido, memoria,
Vos, que la guerra me hazeys,
Que algun poco os aparteys
De mi señora,
Y descansaré aquel ora
Para llorar todo el dia;
Que las noches ya querria,
Mas no puedo.
Que triste y penado quedo,
Que me acuerda que os servi
Y de vos no recebi
Un favor.
Pues causastes el dolor,
Sanáme de la herida
Con esta merced crescida:
De servirme
Y por vuestro recebirme,
Porque mala cuenta days,
Que se ve que me matays
Sin porqué.
Y esto muy claro se ve,
Pues que aun solo el escrevir
Con que podria vivir,
Me negays,
Y que pene me mandays.
¡Si tanto bien recibiesse
Queste mandamiento fuesse
Por notable
Escripto y por mu durable
En piedras de pedernal
O en las tablas de metal
Como azero!
Mas esto ya no lo quiero:
Que, si es por mas durar,
Al fin todo ha de acabar
Y no ser,
No, lo que a de obedeçer,
Ques mi anima, do estais,
Que alli hazeys y manfays
Como quereys.
Y pues esto conoceys
Ya, no mas, ques crueldad
No usar de la piedad.
Si es menester
Y quereys lo claro ver,
En morir ¿qué os satisfago,
Pues aun servicio nos hago
Con bivir?
Ya no podré mas sufrir,
Sin veros, mi triste vida
Que os veo estar de partida
Y que os partis
Y cuenta no me pedis,
Porque no podeys hallar
Que se pueda numerar
Mi tormento,
Ni tampoco mi contento
De verme vuestro cativo
Aunque en esta recibo
Gran engaño;
Mas yo doy por bien el daño,
Si tanto bien alcançasse
Que siquiera me llevasse
En su memoria.
¡Quévmemoria de mi gloria
Para mí seria esta!
Que, segun tan caro cuesta,
Harto es poco.
Mas á vos, señora, invoco ,
Que me deys esto por paga,
Con que á mi mal satisfaga,
Que se quexa
Que de mí nunca se alexa
Por no hazerme mayor mal.
¡Ved si ay pena alguna ygual
A la mia!
Que sin ella mal seria
Y con ella el mal sostengo,
Y el mas mal es el que tengo
Yo por bien.
Vos soys aquella por quien
Me huelgo de padecer,
Y aun no puedo mereçer
Esta gloria.
Fin

LXVIII — CANCION.
Sembré el amor de mi mano,
Esperando galardon ,
Saliome de cada grano
Mil manojos de passion.

GLOSA DE NARBAEZ.

Vime tan alto subido
En el bien de mi querer
Que no alcanço como ha sido:
Que fuy por razon perdido,
Donde me gané en perder.
Y assi estoy en la esperança
De mis males muy ufano,
Vivo alegre y en holgança,
Pues en tierra desperança
Sembré el amor di mi mano.

Y sembrélo para ver
Si de uno salían veynte
Como el trigo suele hazer.
Mas yo no vine á coger
Sino á penas la simiente.
La simiente del contento
Que tengo de mi passion,
A que engaño mi tormento
Que digo que no lo siento,
Esperando galardon,

La tierra se suele arar
Antes de sembrar el trigo,
Porque pueda mas llevar
Y mejor frutificar,
Y en mf passa lo que digo,
Que si siembro algun dolor,
Luego nasce may ufano:
Esto acude may mejor,
Pues mil espigas de amor
Saliome de cada grano.

Y sallo de cada espiga
De los granos de mi tormento,
Que, quando mas me fatiga,
Yo le importuno que os diga
Como estoy con él contento.
El desto á enojarse viene
Que assi encubra la passion,
Porque ve que me conviene,
E dame porque mas pene
Mil manojos de passion.

LXIX — ESTE VILLANCICO Y LA GLOSA. ES DE NARBAEZ.

Pagará mi coraçon
El mal que mis ojos dieron
Con el bien que me hizieron.

Glosa.

Mis ojos, quando os miraron,
Vencidos del bien que dieron,
Todos mis males causaron,
Que por ellos luego entraron
Y en mi alma se metieron
Y sentido el mal tamaño,
Cay luego en la traycion,
Mas ya era hecho el daño
Y la causa deste engaño
Pagará mi coraçon.

Pagará con mi tormento
Que metido en él.está,
Mas ¿quien pagará el contento
Que nasce en conoscimiento
Que Vuestra Merced lo da?
Y pues que vos soys de quien
Todas mis penas vinieron,
Vengan y mas pena den:
Que al fin se concierten bien
El mal que mis ojos dieron.

Y aun dudo pueda llegar
Estimado mi tormento
A que con él pueda dar
Señal de querer pagar
Algo deste bien que siento.
Y mis ojos que cegaron,
Quando vuestra vista vieron,
En tanta deuda os quedaron
Que á mayor mal se obligaron
Con el bien que me hizieron.
Fin.

People mentioned
Name Status when cited Social status
Narváez, Luis de Deceased Servant
Prado, Ana de Bourgeoisie
Carlos V Living Royalty
Notes

The poems here have been transcribed from the edition of 1878 by Morel Fatio.

Comment from Francisco Valdivia 25/03/2016: Quizá este modesto poema (Narváez al Emperador) dice más de lo que a simple vista pareciera? No creo que a Narváez se le escaparan los puntos de las vacas (¿el cornado?) [i.e. the inclusion of Las vacas in the music] en la Canción del Emperador. Este préstamo podría ser el “cornado” que dio la vieja según el poema de Narváez… El cornado era, según Pepe [Rey], una moneda de muy poco valor.