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Review of Les Luthistes Espagnols.

1902.09.30

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Document Date Century City Province
Review of Les Luthistes Espagnols. 1902.09.30 20cent Barcelona Catalonia
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Pedrell’s review of Morphy’s Les Luthistes espagnols (1902)


Document type Subject Siglum Archive name Call no.
non-fiction print Vihuelas Literature Lute Guitar La Vanguardia 30-9-1902, p. 4
Original text

Página 4.—Martes 30 Septiembre de 1902 LA VANGUARDIA
Quincenas musicales

La vihuela y los vihuelistas
Los editores de Leipzig señores Breitkopf & Härtel acaban de publicar una obra, rotulada en los siguientes términos: Les Luthistes espagnols du XVIe siécle (Die Spanischen Lautenmeister des 16. Jahrhunderts). Von G. Morphy. Al frente de la obra figura un prólogo de T. A. Gevaert, y en la misma portada se nos dice que los textos en francés y en alemán han sido revisados por Carlos Malherbe y Hugo Riemann.
Trátase en esta publicación de las obras de vihuela de nuestros famosísimos tratadistas tañedores de este instrumento,que por ser el único cortesanesco cultivado en España dio el nombre de vihuelistas á los compositores que para dicho instrumento escribieron. Con esto se ve que el nombre de Luthistas, lo mismo que el de su correspondiente alemán Lautenmeister, están mal aplicados refiriéndose á los cultivadores españoles de instrumentos de cuerdas punteadas que sólo usaron la vihuela y no el laúd, y sólo para dicha vihuela escribieron sus libros de cifra de tañido que, dicho sea de paso, no es tampoco la guitarra usual, aunque así se traduzca dicho término en la obra en que me ocupo, confundiendo lastimosamente la naturaleza y uso de ambos instrumentos, la guitarra, instrumento vulgar, con la vihuela, instrumento cortesano, que fue en las costumbres del siglo XVI lo que es el piano en las nuestras actuales. El título del libro, dado que no hay en francés ni en alemán nombre que equivalga al genuino español, clásico por excelencia, debería haberse dejado con el nombre original de vihuelistas, como yo así lo he dejado en las distintas ocasiones que he hablado de la vihuela en publicaciones extranjeras, sin exponerme á que el lector lo confundiera con el laúd ó, lo que es peor, con la guitarra. Cuando termina el reinado cultista musical de la vihuela empieza el de la guitarra, y empieza en la memorable obrita del doctor en Medicina, catalán, Juan Carlos Amat, que no citan ni han conocido, sin duda, el prologuista ni el colector de la antología en cuestión.
La guitarra, instrumento vulgarizado de la antigua vihuela, de menores proporciones que ésta y al principio sólo con cinco órdenes de cuerdas, tiene en la obrita del doctor catalán, «hijo de Monistrol y médico ordinario de Montserrat», el primer método conocido de este instrumento, intitulado Guitarra española y vandola (sic por bandola, instrumento congénere) en dos maneras de guitarra, castellana y catalana de cinco órdenes (cuerdas) cuya primera edición, impresa en Barcelona y re impresa muchísimas veces, data del ano 1580. En la obrita del doctor comienza, como digo, el reinado de los tratadistas de guitarra y desaparecen desde la fecha en que la sacó á luz, la vihuela, los vihuelistas y, por consiguiente, los numerosos tratados de cifra para tañer la vihuela, que en el sistema de notación de tal nombre se publicaron durante gran parte del siglo XVI á partir del tratado de Luis Milán, titulado el Maustro, [sic] impreso en Valencia el año 1535. Siguieron a éste los de Luis Narváez (Valladolid, 1538), Alonso de Mudarra (Sevilla, 1546), Anriquez de Valderrábano (Valladolid, 1547), Diego Pisador (Salamanca, 1552), Miguel de Fuenllana (Sevilla, 1554) y Esteban Daza (Valencia, 1577). Con este tratado termina la preciosa serie bibliográfica de mé-todos de vihuela, y él del doctor catalán inaugura en 1580 la de los de guitarra, siguiéndole de cerca los de Doisi de Velasco (Nápoles, 1640), Lucas Ruiz de Ribayaz (Madrid, 1677), Gaspar Sanz (Zaragoza, 1674) etc. Vienen después de estos tratados en cifra para guitarra, los de Sajos, Abreu y muchos más, reeditándose continuamente el método del doctor catalán, hasta que la metodología en cifra del instrumento popular por excelencia va á parar á manos de barberos romancistas, persistiendo, todavía, entre los huertanos de Murcia y los de Valencia y en algunas comarcas de Aragón la notación cifrada, en aquellos cuadernitos en que con cenci[i]a y perseverencia, como dice la copla popular, se aprende á tañer punteado y rasgueado «para cantar y acompañarse los mozos ó galanes cuando quieren festejará sus damas, etc.»
No se habla de nada de esto y de otras cosas más importantes en la antología que da pié á este breve articulo. El prologuista traza una reseña histórica acer-ca de los orígenes árabes del al-eoud,nombre auténtico que ha pasado á todas las lenguas occidentales, portugués aloud,castellano laúd, italiano liuto y lento [sic leuto], francés luth, alemán laute, inglés lute y neerlandés luit, para probar que las cuerdas y digitación del instrumento han servido de punto de partida á la nomenclatura de los sonidos de los cuales la cifra ó el sistema llamado cifrado es expresión gráfica del mismo. Deduce de esto que habiéndose visto precisados los españoles á sufrir durante siete siglos el yugo de la dominación mauritana, no dejaron de asimilarse sus principales elementos de cultura intelectual y artística, tanto más cuanto que no siempre vivieron ambas razas en estado de hostilidad declarada.De aquí, añade, que hallándose moros y españoles en contacto frecuente debieron de iniciarse los últimos en el uso y cultivo del éoud aprendiendo á tañer y entonar en él sus cantos nacionales y adquiriendo tal destreza en esto, así como en la gráfica peculiar de transcribir las composiciones para este instrumento, que la importante técnica de los cultivadores españoles de este género de música penetró en Italia difundiéndose desde esta nación á Francia y propagándose, prontamente, por los Países-Bajos, Inglaterra y Alemania. La hipótesis de esta afirmación sería altamente halagadora para nosotros los españoles si se tratase del laúd y no de la vihuela y si la homologación, por decirlo así, del laúd, de la vihuela y aún de la misma guitarra fuese posible trazarla remontándose á la época de la dominación mauritana y esto no es hacedero (los mismos tratados de vihuela hablan en favor de la hegemonía, digámoslo en su propio término, de este instrumento muy distinto en la forma y en la gráfica de su notación especial) pues si puede comprobarse la homologación de la vihuela (hacia la época que saca á luz el doctor catalán su método con la guitarra, es imposible de toda imposibilidad trazar la del laúd instrumento de punteo que no ha sufrido tal homologación en uno ó en otro instrumento congénere, habiendo quedado aislado y solo, tanto en su cultivo y uso aristocrático de otros tiempos cuanto en su adopción popular actual, siendo como fue cosa muy distinta el laúd de los tiempos á que nos contraemos del laúd actual, no homologado de aquél sino calificado con una apelación arbitraria establecida por los violeros italianos, franceses y alemanes.
Sea como quiera, este punto permanece sin resolver, por lo menos en la antología en cuestión. Quedan en el mismo estado otros muchos. Indicaré los principales, principiando por descartar de dichas indicaciones la selección que ha presidido al colegir el material vihuelístico, hecha a lo que saliere. No todo lo bueno que aparece en ella es lo mejor que contienen las obras de los geniales vihuelistas españoles. Se da importancia capital, por ejemplo, á Luis Milán, desconociendo la importancia de lo cifrado por Luis de Narváez y el ciego de nacimiento Miguel de Fuenllana y lo perfecto de la forma que es de ver en cuanto publicó Estaban Daza, lleno de lo que ellos entendían por falsas (disonancias y acordes disonantes) denominación cuyo significado ignoran el autor de la colección y el mismo prologuista (y esto ya parece un verdadero colmo) dando buena prueba de ello en el Band II. pág. 105 de la antología.
Lástima grande que la publicación de esta antología haya inutilizado, hasta cierto punto, la que con miras más á la altura de la importancia musicográfica é histórica del asunto sabemos que se escribía años atrás. Una gestación de 30 años de trabajo interrumpido, que según confiesa empleó el colector en coleccionar su antología hacía esperar que la materia iba á quedar totalmente agotada. La obra futura está por hacer, y después de este fracaso ¿habrá quien la emprenda de nuevo? ¿hallará editor que sa atreva á publicarla?
Tres aspectos ofrecen al musicógrafo moderno esos singulares y peregrinos libros: 1.°, las formas nativas y originarias de la monodia acompañada y por extensión todas ó casi todas las de la orquesta moderna sinfónica; 2.°, el especial español de un romancerillo inédito que aparece en tales libros aguardando una mano que lo saque del olvido; y 3.°, el español especial, también, que invita á aspirar la fragancia de tantas villanescas, villancicos ensaladas (las da los Flecha, tío y sobrino, autores catalanes, uno de ellos músico de cámara de Carlos el de Gante) y sonador de romances viejos como aparecen en sus páginas de oro, haciéndonos escuchar la inefable melodía popular del esplendente folk-lore del siglo XVI que tan hondas raíces ha dejado en el nuestro.
En otra ocasión, quizá próxima, trataremos de los cortos, pero brillantes destinos de las obras de cifra, que hoy son objeto de importantísimas antologías y temas de estudio nuevos y á la vez instructivos para la causa de las nacionalidades musicales modernas.
F. PEDRELL

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